No me gusta escribir sobre el asesinato de Jimmy. Ni siquiera me gusta leer sobre ello porque me pone triste. No conocía a Jimmy, ni tengo nada a favor ni en contra de Riazor Blues. Me pone triste por al injusticia cometida. Sé que a diario se cometen otras muchas salvajadas, la mayoría de ellas aún más graves. Hay desgraciados que matan a su mujer tras una vida entera de malos tratos, hay locos fundamentalistas que le prenden fuego a una persona encerrada en una jaula y hay presidentes que van a una guerra por petróleo. Pero que pasen cosas peores, no quiere decir que debamos dejar de indignarnos con el crimen de Jimmy y el vergonzoso ejercicio de manipulación de la opinión pública que han hecho los medios de comunicación.
Leo en uno de los pocos periódicos que todavía publican algo sobre el crimen que el sumario de la operación Neptuno apunta a una agresión del Frente Atlético (aquí). En testimonios recogidos en el atestado policial se señala que uno de los presuntos asesinos de Jimmy sacó de un bar una bandeja llena de cuchillos que repartió entre ultras neonazis, algunos de ellos venidos desde Polonia ex profeso para la pelea. En ese mismo atestado policial no hay una sola palabra que suscriba esa tesis de que los Riazor Blues habían acudido a Madrid a una pelea pactada. Y no he visto en casi ninguno de esos medios que con Jimmy aún de cuerpo presente lo condenaron a la vergüenza pública una sola rectificación.
A Jimmy lo mató una jauría de neonazis, alguno de los cuales hizo miles de kilómetros para la encerrona. Pero no pasa nada. Ya no se dice nada. Ya se ha culpabilizado a la víctima, ya se ha justificado el crimen y las responsabilidades han quedado diluidas. Ya no importa que Cristina Cifuentes hiciese un ejercicio de dejación de funciones sangrante. Ya no importa nada. Ya nos han instruido en lo que tenemos que pensar, aunque hayan mentido sin parar para ello, y Jimmy ha dejado de ser un problema.
Hace tiempo yo respetaba a Paco González, el antiguo director de Carrusel Deportivo de la Cadena Ser y ahora de Tiempo de Juego de la Cadena Cope. En su momento le oí decir, refiriéndose a las tensiones nacionalistas del Estado Español, que hay separatistas y separadores. Y en ese momento pensé que tenía razón y que era un gran periodista. El crimen de Jimmy y lo que han hecho los medios de comunicación es un ejemplo claro de lo que son los separadores. Lástima que el mismo Paco González dijese en una tertulia de su programa que Ochaíta, el líder histórico de Ultras Sur, no era tan malo como Jimmy. Lástima que en esa misma tertulia Manolo Lama dijese sin cortarse un pelo que todos aquellos que pensábamos que no se estaba tratando con ecuanimidad a Riazor Blues y al Frente éramos tan criminales como los ultras. Lástima que un periodista que dijo una frase tan buena, se haya convertido en un separador.
Lo que más pena me da de todo es la actitud de los medios y los poderes públicos gallegos. De La Voz de Galicia no merece la pena ni hablar. De Feijoo o Negreira, que podían haber dicho algo en calidad de representantes públicos tampoco se podía esperar mucho -me hubiese gustado ver qué pasaba si Jimmy hubiese sido catalán o vasco-. Pero que el lamentable Tino Fernández, el presidente del Deportivo, cargue contra los Riazor Blues, que diga que son una marca maldita, que se siente con Cerezo asumiendo la culpa a partes iguales sin esperar a saber qué había pasado, que cierre una grada entera asumiendo que el deportivismo debía sentirse avergonzado, que sólo haga declaraciones tibias en voz baja defendiendo a Miguel Otero, el presidente de la Federación de Peñas, por la injustísima multa de más de veinte mil euros sabe Dios por qué, que no diga ni mu cuando al Deportivo le ponen setenta mil euros de multa y al Atlético de Madrid nada, y que, en definitiva, siga siendo presidente es una auténtica vergüenza. Nos han tratado como si fuésemos una colonia y Fernando Rey, Feijoo, Negreira y Tino Pérez son los virreyes.
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