jueves, 8 de diciembre de 2016

Richard Sennett: El artesano.



    La revolución industrial, el empleo de máquinas y en general los medios de producción masiva ha saturado nuestra sociedad de cosas, lo que, inevitablemente, habrá de restarles valor.

    A partir de esta breve reflexión, Richard Sennett se plantea el concepto de trabajo y la figura del trabajador. Hay dos razones por las cuales los seres humanos trabajamos: o bien a cambio de una remuneración, o bien por la satisfacción del trabajo bien hecho. Esta segunda razón es la que el autor atribuye artesano, que es un trabajador para el que el trabajo que su objetivo en sí mismo. 

   Richard Sennett hace un repaso histórico desde los talleres artesanales medievales a fenómenos como Linux en el que miles de personas colaboran desinteresadamente en la creación de un sistema operativo. A partir de este repaso histórico se define el trabajo artesanal como aquel basado en el conocimiento compartido entre los trabajadores, el compromiso con el mismo  y el interés en el trabajo bien hecho. El artesano se enorgullece de su propio trabajo. Se implica emocionalmente en él y se compromete. El trabajo del artesano es lento y minucioso, lo que le lleva a hacer una pausa y reflexionar sobre lo que está haciendo. En el trabajo del artesano la solución y el descubrimiento de problemas caminan de la mano, de modo que al tiempo que trabajamos estamos aprendiendo. 

    Todos los seres humanos tenemos las capacidades básicas para desarrollar la artesanía. Es la motivación, la formación y el esfuerzo lo que nos lleva a alcanzar la excelencia.

    Sin embargo, el sistema capitalista actual y su ideología acaban con la práctica artesana. Hasta hace relativamente poco, las empresas se basaban en sistemas burocráticos estables. Los trabajadores se pasaban la vida en la misma empresa, de modo que el servicio a una corporación acababa siendo una actividad gratificante. Pero poco a poco hemos ido sustituyendo la cultura del saber hacer y el trabajo artesanal por la cultura del salario. La ideología capitalista y sus principios de competencia y eficacia como patrón en las empresas han acabado con la idea de artesanía. Las empresas ya no forman ni fomentan la pasión por el trabajo bien hecho. En las burocracias corporativas los trabajadores saben cómo hacer las cosas antes de hacerlas. Es un trabajo reiterativo e imitativo que no produce satisfacción perdurable porque deshumaniza. No nos aporta ningún conocimiento porque son sistemas cerrados donde el objetivo único es solucionar el problema, solución que conocemos de antemano. En la artesanía el trabajador se iba encontrando con dificultades a medida que llevaba a cabo su proyecto. Al enfrentarse a estas dificultades, aprendía y se enriquecía como persona. El trabajador artesanal se enorgullecía porque desarrollaba sus capacidades en el trabajo. Pero uno no puede enorgullecerse ni sentir satisfacción en la simple imitación.


    Las empresas actuales no forman ni fomentan la pasión por el trabajo bien hecho. Muy al contrario, se contratan trabajadores jóvenes que, aunque son más inexpertos, son mucho más dóciles. La diferencia entre un maestro de taller medieval y un empresario actual es que el empresariado hoy en día se limita a pagar un salario y no tiene ningún compromiso moral con la formación.

    Durante la revolución industrial se temía que las máquinas sustituyese en al hombre. En opinión de Sennett el miedo de nuestros días es que la máquina se usa al modo capitalista. La mayor amenaza al trabajador no es la máquina, sino esta nueva concepción del trabajo.

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