miércoles, 14 de diciembre de 2016

5.3.3. Patrilineal.


Resultado de imagen de familia patrilineal

    Tradicionalmente en Europa las familias eran patrilineales. Esto quiere decir que se transmitía por línea paterna. El padre era el que ejercía la autoridad dentro de la familia, y el hijo varón mayor era el que detentaba casi todos los derechos de herencia tras la muerte de los padres en detrimento de las hermanas y el resto de los hermanos. Así, el padre era el que tomaba las decisiones que afectaban a la familia, desde la economía a las sociales. En lo que respecta a la economía tenía la última palabra para decidir qué se compraba, qué se vendía o como se producía; y en lo referente a las sociales, por ejemplo, era el que disponía con quién se casaban los hijos. Cuando el padre se moría, estos derechos recaían directamente en el hijo mayor, incluso por encima de la madre. A partir del momento de la muerte del padre, el hermano  mayor se convertía en el "cabeza de familia". Esto suponía que pasaba ser el dueño de la mayoría del capital de la familia. Este capital era físico -las propiedades como la casa, el dinero, las tierras de labranza, etc...- y simbólico -era el que tomaba las decisiones por los demás-. 

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Todos le miran a él.

    Este tipo de descendencia patrilineal es típica de las sociedades patriarcales, en las que los hombres detentan  la autoridad y a las mujeres se les impide el acceso a determinados roles con la intención de mantenerlas subyugadas. Se les puede, por ejemplo, impedir el acceso al trabajo remunerado, de modo que siempre serán dependientes de un varón; o se puede, por poner otro ejemplo, controlar su cuerpo y su sexualidad. Así, en este tipo de sociedades, los roles de mujer quedan relegados al ámbito doméstico. Serán las madres las que cuiden a los hijos, limpien la casa, hagan la comida, etc... Paralelamente su cuerpo y por ende su sexualidad es negado. Todo lo que tenga que ver con su sexualidad se considera negativo y se proscribe. Por el contrario, la sexualidad del padre es contemplada como algo neutro, cuando no de forma positiva. Esto, traducido a vuestro lenguaje adolescente, quiere decir que los hombres que practican mucho sexo son guays, unos triunfadores, mientras que las mujeres que lo hacen son unas putas y unas guarras. Una versión extrema de esta negación del cuerpo de la mujer la encontramos en la interpretación de la sharía -ley islámica- que se hace en partes de Nigeria, Somalia, Irán e Indonesia. Allí, en caso de que un marido cometa adulterio, no pasa casi nada. Si lo hace la esposa, la ley la condena a morir lapidada. 
Resultado de imagen de mujer lapidada por adulterio
La imagen es bastante bestia, pero creo que es importante que veamos cuáles son las consecuencias de determinadas concepciones de la familia. Esta es una señora a la que el ISIS lapidó en Siria por adúltera.
Creo que la animalada no necesita comentarios.

    Las sociedades patriarcales son bastante frecuentes. Tanto, que es raro encontrar sociedades igualitarias. Que el patriarcado sea lo más normal no quiere decir que sea bueno, sino que, desgraciadamente, es la forma de organización de género más normal. 

  Afortunadamente nuestra sociedad occidental está avanzando en cuestiones de igualdad de género y esto tiene repercusiones en la familia. La familia occidental está dejando de ser patrilineal para convertirse en bilateral -igualdad de derechos y obligaciones de hombres y mujeres-. Hoy en día, por ejemplo, a la muerte del padre no pasa toda la autoridad y el patrimonio al hermano mayor, sino que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera y el dinero se reparte equitativamente entre todos. Sin embargo, y aunque como digo estamos avanzando, sobreviven muchas de las antiguas costumbres y prácticas patrilineales. Por ejemplo, el apellido que se pone por defecto de primero a los hijos, y que por tanto es el que se conserva, es el del padre, mientras que el de la madre desaparecerá en dos generaciones. Esto del apellido puede parecer una chorrada, pero es un símbolo de qué figura es la importante en la familia. Supongo que también os habréis encontrado con otras actitudes derivadas de esta antigua familia patrilineal que denotan machismo en el seno de la familia. Habréis ido a comer como invitadas muchas veces a casas de personas mayores e indefectiblemente es la abuela la que cocina, la que recoge los platos y luego los friega. Este confinamiento de la mujer a los roles del hogar se extiende con frecuencia a las hijas, mujeres ya de cuarenta años, con su trabajo, lo que se supone que les da independencia económica, que también preparan la comida y se levantan para recoger la mesa de forma automática. Pero tampoco hay que ser demasiado duro con ellas, porque son esquemas de pensamiento muy arraigados y, por tanto, son difíciles y muy lentos de cambiar. 

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Una imagen típica.


1 comentario:

  1. Se podría hacer una lista taaaan larga de momentos en la vida cotidiana donde se sigue notando todo esto: padres que "ayudan" en casa, aunque su compañera también trabaje y esto acabe consistiendo en que ella dedica horas al día a la casa y el baja la basura cuando se acuerda; brecha salarial; creerse que feminista y machista son palabras equiparables; llenarse la boca con las denuncias falsas de maltrato que tanto la policía como la fiscalía han rebatido con datos... En fin. Yo me cabreo todas las semanas, a veces todos los días.

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