A pesar de todo lo que acabo de contar hasta aquí, unos no somos clones de otros. La cultura y la sociedad influyen muchísimo en el modo en que pensamos y nos comportamos, pero no hasta el punto de convertirnos en fotocopias unos de otros. Vera no es igual que Alba, ni Alba que Sabela, ni Sabela que Marta. ¿Por qué?
Hay dos posturas básicas: el esencialismo y el constructivismo.
Ruth Benedict y Margareth Mead, que son esencialistas, creen que estas diferencias entre personas se deben al cóctel genético heredado. Este no es igual entre personas, de ahí que las personas no sean iguales, aunque su enculturación sea la misma. A pesar de que vuestra sociedad/cultura es prácticamente la misma, no sois la misma persona porque vuestros genes no lo son. Todas, por ejemplo, habéis aprendido que los hijos deben respeto y obediencia a los padres. Sin embargo, a lo mejor una tiene unos genes que la hacen ser más rebelde que otra y, cuando pasa por la adolescencia, hace más tonterías, se pone más tonta y, en definitiva, le da más guerra a sus pobres padres que otra con otros genes que la predispongan a ser más mansa.
Ruth Benedict |
Margaret Mead (Por si os interesa el cotilleo, las dos fueron pareja. Mead se puso el mundo por montera. Podéis busar información en internet) |
Foucault es el representante más importante del constructivismo radical. Según Foucault, las variaciones individuales no se deben a los genes, sino a que
los programas culturales que absorben los individuos no son
exactamente iguales porque los estímulos no han sido los mismos, a
lo que habría que añadirles que las experiencias vitales de cada
individuo son diferentes. Por mucho que Vera y Alba hayan sido enculturizadas en Moaña, la familia de Vera y de Alba no eran iguales, ni las amiguitas que tuvieron en la infancia, ni las películas que vieron, ni las cosas que les pasaron, de modo que la información aprendida no es exactamente la misma. Se parece, pero no es totalmente igual, de ahí que ellas no sean la misma persona.
Foucault ( a que acojona) |
Personalmente no tengo respuesta a la pregunta que abría este artículo y supongo que algo de razón tienen los dos. A mí, en el cóctel genético, me tocó una constitución con tendencia a las lesiones y unos pulmones débiles, lo que supongo que determinó mi relación con el deporte. Pero, al mismo tiempo, mi abuelo era profesor y mi padre científico, lo que marcó mi interés por la cultura.
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