viernes, 13 de enero de 2017

4.3. Rito de paso, mito y literatura.

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 No creo en una concepción estratigráfica de la sociedad -en la que existe una correspondencia perfecta entre todos los niveles de la misma-, ya que estas concepciones obvian la existencia entre sociedades inmersas en procesos de transformación o culturas en conflicto. Sin embargo, afirmar que no existe relación alguna entre los diferentes niveles de la cultura sería negar ciertas evidencias. En este sentido, el materialismo cultural de Marvin Harris y su explicación de la vaca sagrada de la India es un ejemplo de que, sin caer en generalizaciones excesivas, se pueden establecer relaciones de causa y consecuencia entre los diferentes niveles de la cultura. 
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   En lo que al tema este artículo se refiere, Terence Turner (2), en relación a los Kayapo, demostró la relación entre rito de paso, mito y literatura, y cómo se intercambian sus símbolos.

Terence Turner estudió el simbolismo de los jaguares macho y hembra en los mitos kayapo sobre el origen del fuego doméstico. En estos mitos, el jaguar funciona como un símbolo que pone de manifiesto a la vez que oculta un proceso de reordenación y recolocación del rol del individuo en la sociedad. El jaguar macho comienza provocando terror en el novicio y termina con una actitud indulgente y benévola, mientras que, por el contrario, la hembra, siempre ambivalente, termina comportándose de forma malévola y es asesinada por el muchacho a instancias del macho. Este simbolismo de los jaguares está en estrecha relación con el proceso por el cual los muchachos kayapo abandonan la familia nuclear y se adentran en la casa de los hombres. Entre los kayapo existe un rol ritual del padre suplente, cuya función consiste en separar al muchacho, cuando tiene más o menos siete años, del entorno doméstico, para entrar en la comunidad moral más amplia constituida por todos los hombres de la tribu. En este sentido, el relato mítico del asesinato del jaguar hembra por parte del muchacho instigado por el jaguar macho es una proyección simbólica de este cambio de rol. La hembra jaguar, que comienza siendo benévola y termina siendo malévola, simboliza ese entorno familiar del que el novicio debe desprenderse. Por su parte, el jaguar macho simboliza al padre suplente que instiga al novicio para que abandone el entorno familiar asesinando al jaguar hembra. De este modo, el simbolismo de los jaguares no se limita únicamente al estatus del padre y de la madre, sino también a las relaciones de cada muchacho kayapo con sus progenitores y los cambios que estas experimentan, las cuales pueden provocar dolorosos conflictos psicológicos y sociales.


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Terende Turner con un kayapo.



Van Gennep diferencia tres fases en torno a las que se estructuran los ritos de paso: una primera fase de separación, en la que se expresa simbólicamente el apartamiento del individuo o del grupo de un punto anterior fijado en la estructura social, de un estado (conjunto de condiciones sociales) o de ambos; una segunda fase de marginalidad o limen, en el que las características del iniciando son ambiguas porque atraviesa un entorno cultural que no es ni el estatus del que parte, ni tampoco al que se aspira; y una tercera fase de reincorporación o agregación, en la que el sujeto ritual, ya sea individual o colectivo, consuma el cambio de estado, en virtud del cual adquiere ciertos derechos y obligaciones claramente estructuradas por la sociedad. A partir de este momento, se espera de los iniciados que mantengan un comportamiento acorde con las normas y los principios éticos que la cultura atribuye a aquellos que ocupan esos roles sociales.


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 El motivo del viaje iniciático es aquel en el cual un héroe sale de su pueblo para enfrentarse con una serie de pruebas, generalmente simbolizadas en luchas contra ogros, gigantes, dragones, etc., que lo transformarán y le permitirán regresar de nuevo a su aldea para vivir una vida más plena y mejor. Según Campbell,

“El camino de la aventura mitológica del héroe es la magnificación de la fórmula representada en los ritos de iniciación: separación-iniciación-retomo, que podrían recibir d nombre de unidad nuclear del monomito.
El héroe inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos”.

El motivo del viaje iniciático pone en juego las valoraciones positivas y negativas del paso del tiempo y del cambio de estatus social asociado a este devenir que experimentamos las personas a lo largo de nuestras vidas. Nacimiento, matrimonio o pubertad son diferentes etapas que se pasan a lo largo de la vida, y en las que el individuo debe desempeñar un determinado rol social adecuado a ellas. A este respecto, van Gennep escribe lo siguiente:

“La vida individual, cualquiera que sea el tipo de sociedad, consiste en pasar sucesivamente de una edad a otra y de una ocupación a otra. Allí donde tanto las edades como las ocupaciones están separadas, este paso va acompañado de actos especiales, que por ejemplo en el caso de nuestros oficios constituyen el aprendizaje, y que entre los semicivilizados consisten en ceremonias, porque ningún acto es entre ellos absolutamente independiente de lo sagrado. Todo cambio en la situación de un individuo comporta acciones y reacciones entre lo profano y lo sagrado, acciones y reacciones que deben ser reglamentadas y vigiladas a fin de que la sociedad general no experimente molestia ni perjuicio. Es el hecho mismo de vivir el que necesita los pasos sucesivos de una sociedad especial a otra y de una situación social a otra: de modo que la vida individual consiste en una sucesión de etapas cuyos finales y comienzos forman conjuntos del mismo orden: nacimiento, pubertad social, matrimonio, paternidad, progresión de clase, especialización ocupacional, muerte".


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El motivo del viaje iniciático es la plasmación simbólica en el arte de lo que en el mundo del rito se simboliza través de los rituales de pasaje o de paso (1). Tal correspondencia llega hasta el extremo de que las pautas que se siguen en las diferentes culturas en los ritos de paso son las mismas que las funciones nucleares del motivo del viaje iniciático.

A) PRIMERA SECUENCIA: LA PARTIDA.

Primera función: El héroe vive en una pequeña sociedad aislada, al margen del gran mundo.

Segunda función: Hay una determinada carencia en ese mundo. Esta carencia es simbolizada en algunos cuentos de hadas como la falta de un anillo o algún elemento robado, mientras que, en la visión apocalíptica, la vida física y espiritual de toda la Tierra se representa como la caída o a punto de caer en la ruina. Esta carencia simboliza la inadecuación de la persona al estatus social que está viviendo. El tiempo ha pasado, ha crecido y debe desempeñar un nuevo rol. Ya no puede realizarse plenamente en la vida que llevaba antes. Sin embargo, todavía no ha dado ningún paso para dejar atrás esta vida.


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Tercera función: El héroe es requerido para que lleve a cabo una determinada hazaña. Esto simboliza la necesidad del cambio. Se espera de la persona que viva de acuerdo a lo que la sociedad espera de él. El tiempo pasa, las vidas cambian y las sociedades tienen diferentes roles para los diferentes estadios y situaciones. El individuo no puede vivir al margen de los diferentes roles que las sociedades le imponen a lo largo de su vida.

Cuarta función: El héroe, en primera instancia, se niega a realizar dicha hazaña. El cambio nunca es fácil. Supone dejar atrás lo conocido para adentrarse en un mundo en el que uno no sabe exactamente qué le espera. Los individuos se muestran en primera instancia reticentes al cambio. En las sociales occidentales modernas son millones las personas que insisten en no envejecer y con treinta años siguen comportándose como adolescentes o con sesenta como jovenzuelos alocados. Precisamente por este miedo, los ritos de paso suelen centrarse en esta etapa, a la que se suele denominar como “liminar”, que significa frontera, umbral, y que se refiere a la inseguridad ante los momentos de cambio.

Quinta función: El héroe acepta y abandona la aldea. En última instancia, el individuo se ve obligado a cambiar de rol porque la inadaptación psicológica y cultural llega a ser traumática. En los ritos de paso los iniciandos son separados del resto de la sociedad y de las rutinas de su vida anterior.
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B) SEGUNDA SECUENCIA: LA INICIACIÓN POR MEDIO DE LAS AVENTURAS.

Sexta función: El héroe recibe una suerte de ayuda sobrenatural, como en los ritos de paso suele haber maestros que transmiten a los iniciandos los conocimientos que les serán necesarios en su nueva vida.

Séptima función: El héroe lleva a cabo una serie de aventuras que lo preparan mental y físicamente para la gran prueba final. Se dan pasos físicos y simbólicos que aseguren la superación del estatus anterior. La preparación suele ser fundamental de los ritos de paso. Entre los Maasai y los Samburu se practica una suerte de rito de paso que consiste en la circuncisión genital, también llamado Emorata(2). Este acontecimiento es uno de los más importantes en la vida de los Maasai y los Samburu, ya que convierte a los niños en adultos. La preparación para la ceremonia comienza dos meses antes adquiriendo los artículos indispensables para ella, como son las plumas de avestruz para usar a modo de corona con fines decorativos, miel para elaborar una cerveza que todos beberán el día de la ceremonia, cera para aplicar sobre la punta de las flechas para evitar un posible daño a las niñas, y un toro especial para ese día.


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Octava función: El héroe supera una gran prueba final, que simboliza la entrada definitiva en el nuevo estatus. Es el momento de la ceremonia ritual. Entre los los Maasai y los Samburu, el ritual masculino empieza la víspera de la ceremonia. Las madres afeitan las cabezas de sus hijos y los visten con ropas nuevas. Los iniciados se lavan el cuerpo y se calzan con sandalias de cuero. A continuación, salen de casa, en dirección a un árbol pequeño llamado alatim, que plantarán junto a su casa el día del ritual como símbolo de su nuevo estatus. Tras esto, el iniciando va en busca del circuncisor, al que normalmente se paga con una cabra. El día de la ceremonia el iniciando se levanta a primera hora de la mañana para celebrar los ritos de purificación. Con esta limpieza, se simboliza dejar atrás la juventud –”se lavan la juventud”, para renacer como un adulto limpio-. El agua con la que se lavan se guarda junto con un hacha para limpiar todos los pecados cometidos hasta el momento. A continuación, se les circuncida. Se considera que una vez superado el ritual se ha pasado del estatus de niño al de adulto. Los ya iniciados toman una bebida a base de sangre de ternera y leche agria y pasan un tiempo aislados para poder recuperarse de la circuncisión. Durante este tiempo, se dejan crecer el pelo y se dedican a cazar pájaros para utilizar sus plumas como decoración.

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C) TERCERA SECUENCIA: EL REGRESO.

Novena función: El héroe ha sido transformado por las aventuras y las pruebas de modo que la carencia inicial ha sido solventada.

Décima función: El héroe regresa a la aldea de la que partió para vivir más plenamente. Cuando vuelven a casa, los recién convertidos en adultos massai se afeitan la cabeza y se pintan el cuerpo como símbolo de guerreros jóvenes.

Las tres secuencias del motivo del viaje iniciático y de los ritos de iniciación se corresponden con el círculo simbólico separación-iniciación-retorno, pero, además de ser un símbolo cíclico en el que el héroe vuelve a sus orígenes, es un símbolo del progreso, ya que la vuelta del héroe supone la entrada en un nuevo tiempo, idílico, trascendente, donde ya nada puede herirlo. Así tenemos a Prometeo, que asciende a los cielos para robar el fuego de los dioses y luego se lo ofrece a los humanos; a Jasón, que navegó a través de las rocas que chocaban hasta el mar de las maravillas, que se enfrentó al dragón que era custodio del Vellocino de Oro y que regresó reforzado con el Vellocino para destronar al usurpador que había ocupado el trono al que él tenía derecho por herencia, y a Eneas, que bajó a los infiernos cruzando el río de los muertos, engañando al Cancerbero de tres cabezas, y que habló con su padre muerto siéndole desvelado el destino de las almas, el de Roma y cómo evitar y soportar todas las aflicciones, para salir a continuación por la puerta de marfil para realizar sus deberes.

Campbell resume así la aventura del viaje iniciático:

“El héroe mitológico abandona su choza o castillo, es atraído, llevado, o avanza voluntariamente hacia el umbral de la aventura. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón; ofertorio, encantamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la muerte (desmembramiento, crucifixión). Detrás del umbral, después, el héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares y sin embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligrosamente (pruebas), otras le dan ayuda mágica (auxiliares). Cuando llega al nadir del periplo mitológico, pasa por una prue­ba suprema y recibe su recompensa. El triunfo puede ser representado como la unión sexual del héroe con la diosa madre del mundo (matrimonio sagrado), el reconocimien­to del padre-creador (concordia con el padre), su propia divinización (apoteosis) o también, si las fuerzas le han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a ganar [224] (robo de su desposada, robo del juego); intrínseca­mente es la expansión de la conciencia y por ende del ser (iluminación, transfiguración, libertad). El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe, ahora este se mueve bajo su protección (emisario); si no, huye y es perseguido (huida con transformación, huida con obstáculos). En el umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer atrás; el héroe vuelve a emerger del reino de la congoja (retorno; resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elíxir)”.



Aunque no es necesario que se den todos estos pasos -funciones- para que el motivo tenga lugar. Basta, según Campbell, con que aparezcan las funciones nucleares:

“Los cambios que se llevan a cabo en la escala del monomito desafían toda descripción. Muchas historias aíslan o aumentan grandemente uno o dos elementos típicos del ciclo completo (el motivo de la prueba, el motivo de la huida, el rapto de la desposada), otros reúnen un grupo de ciclos independientes en una sola serie (como en la Odi­sea). Caracteres o episodios diferentes pueden fundirse o un solo elemento puede multiplicarse y reaparecer bajo muchos cambios”.

 Centrémonos, por ejemplo, el motivo del viaje iniciático en Perceval o el cuento del Grial, algunas epopeyas y algunas novelas de caballerías:

Primera función

La primera etapa del viaje iniciático es la que Campbell ha llamado ‘la llamada de la aventura”. En ella el héroe, que todavía no se ha convertido en héroe, se encuentra exiliado en un paraje lejano, ajeno a lo que sucede más allá de su entorno, en el que puede disfrutar de la intimidad de la Tierra-Madre. Sin embargo, “una ligereza -aparentemente accidental- revela un mundo insospechado y el individuo queda expuesto a una relación con poderes que no se entienden correctamente”.

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Perceval es un mozo sin formar que vive en la yerma floresta ajeno al mundo de caballerías de la corte del rey Artús. El lugar en el que vive Perceval es un paraje fuertemente idealizado en el que “los árboles florecen, la hierba, el bosque y los prados verdean, los pájaros cantan dulcemente en su latín por la mañana y toda criatura se inflama de alegría”, y “el corazón se llena de felicidad por la dulzura del tiempo y el canto gozoso de los pájaros”. Este bosque, como ha estudiado Durand en Las estructuras antropológicas de lo imaginario, es el centro de intimidad feminoide en el que el futuro héroe puede gozar de la intimidad con la Madre-Tierra. Aquí, Perceval se encuentra en comunión gozosa con la paz de la Naturaleza. 

En el mundo del arte y del mito todo tiende a magnificarse. El linaje del héroe tiene que estar al nivel de las esforzadas pruebas que tendrá que realizar. Otto Rank estudió el mito del nacimiento del héroe entre las leyendas de los reyes babilonios Gilgamensh y Sargon, el héroe hindú Karna, el rey persa Cyrus, los reyes griegos Edipo, Hércules, Paris y Perseo, los fundadores romanos Rómulo y Remo, el héroe celta Tristán, los héroes germánicos Siegfred y Lohengrin, e incluso Moisés, Buda y Jesús, y comprobó que siempre se repetía el mismo patrón: el héroe es hijo de un rey y una reina, un dios o una diosa o cualquier otra pareja divina, que muchas veces dan a luz con dificultad, y usualmente un oráculo, un sueño o cualquier otra visión anticipa el nacimiento del futuro héroe. Así, Apolo es un Dios, Hércules un semidiós, Ulises es hijo de los reyes Laertes y Anticleo, Aquiles del rey Peleo y la ninfa Tetis, Eneas de Anquises y la diosa Venus. Como no podía ser de otra manera, Perceval desciende de los mejores caballeros de la corte del Rey Arturo.

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 Otto Rank continúa analizando el mito del nacimiento del héroe y señala que muchas veces el héroe viene el mundo con una señal de peligro hacia el padre y que, por ello, es abandonado a su suerte en una cesta, en una barca o en una caja flotando sobre el agua. El héroe es rescatado por algún animal o alguna persona de extracción humilde que lo cría y lo amamanta hasta que se convierte en adulto, descubre quiénes son sus verdaderos padres, se venga del progenitor y finalmente recibe los honores que le corresponden. Rank interpreta este mito desde el psicoanálisis, aduciendo que durante la infancia las personas tendemos a idealizar a nuestros padres, pero, a medida que vamos haciéndonos mayores, interfieren en nuestro desarrollo, y tomamos conciencia de que no son tan perfectos como creíamos. El mito del nacimiento del héroe que lo entronca con un linaje mágico y/o fabuloso refleja el deseo de todos los seres humanos de volver aquella etapa de la vida en la que nos sentíamos seguros y protegidos, porque creíamos en la perfección de nuestros padres y estos nos atendían en todo lo que necesitábamos. Las cestas y las cajas en las que son abandonados los héroes son símbolos del vientre materno, y las aguas en las que se abandonan representan el nacimiento. A su vez, los animales y las personas humildes que crían al héroe son nuestros débiles e inapreciables padres. El rey y la reina son una idealización de nuestros progenitores, y la venganza del héroe refleja la rabia contenida hacia nuestros padres por la forma en la que nos ha maltratado al interferir en nuestro camino vital.

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Segunda función

En el mundo del héroe hay una carencia que, como decíamos, simboliza la inadecuación psicológica, cultural y social de la persona que se ve obligada a experimentar un cambio de estatus. Esa vida salvaje que lleva lejos de la corte, no se adecúa a la naturaleza de Perceval.

Tercera función

Un accidente o una ligereza que suelen ser agentes del destino descubren al héroe que su destino no es la intimidad con la Madre, sino que debe erigirse como paladín diairético contra el tiempo. Esto simboliza la necesidad de cambio y las expectativas que tiene la sociedad sobre el individuo para que lo lleve a cabo. En El cuento del Grial, Perceval, casualmente, se encuentra con unos caballeros de la corte del rey Arturo en el bosque. Inmediatamente el futuro héroe se queda fascinado por dichos caballeros y siente que debe ser como ellos. Es la llamada del destino, que simboliza la necesidad que tenemos todos los seres humanos de cambiar de estatus. El tiempo pasa, los individuos nos hacemos mayores y debemos adecuarnos a los nuevos roles sociales. 

Cuarta función

El héroe acepta la llamada. Una vez que ha sentido que debe cumplir con su destino, debe procurarse unas armas nobles con las que enfrentarse al tiempo y cortar sus ataduras. Durand ha dedicado varias páginas de sus Estructuras antropológicas de lo imaginario al estudio de las armas del héroe: las que le ayudan a atacar a las fuerzas de las tinieblas (armas percutientes) y las que le ayudan a defenderse de ellas (armas protectoras). El último sentido de las armas es ayudar al héroe en la lucha contra los símbolos de las tinieblas. Generalmente, el héroe consigue estas armas de forma solemne, de forma coherente con la magnitud de la tarea que se propone enfrentar: bien se las ofrece una ayuda sobrenatural, como puede ser el caso de Aquiles o de Eneas, a los que el Dios de los infiernos (Hades y Vulcano) les forjan las armas, o bien puede ganarlas en una primera batalla, como es el caso de Perceval, que le arrebata sus armas al Caballero Rojo. Y siempre la naturaleza y condición de las armas está a la altura del héroe. Recordemos el pasaje en el que Virgilio nos describe las armas de Eneas:

“Alborozado con tan alta honra y con el don de la diosa, no se harta Eneas de mirarlo, y examina cada prenda una por una, lleno de asombro; coge y revuelve en sus manos el terrible y penachudo yelmo, que vibra en llamas, la mortífera espada, la recia loriga de bronce, roja como la sangre, enorme, semejante a la cerúlea nube que inflaman los rayos del sol y esparce a lo lejos sus resplandores; luego contempla las ligeras grevas de plata y oro, y la lanza, y la maravillosa obra del escudo. En él había representado el dios ignipotente, sabedor del destino reservado a las edades futuras, toda la historia de Italia y los triunfos de los romanos...”.


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Quinta función

Una vez que el héroe tiene sus armas para poder emprender la aventura, es corriente que aparezca un sacerdote iniciador que prepara al héroe por medio de una ceremonia iniciática para su lucha contra las tinieblas. Es un símbolo cíclico dominado por el ritmo de la repetición. En él, el héroe se transmuta definitivamente y acepta su destino, de forma que reproduce de manera simbólica con el sacerdote lo que a continuación llevará a cabo en su aventura contra las tinieblas. El sacerdote iniciador y la ceremonia iniciática representan la fuerza protectora del destino y la aprobación social del cambio de estatus. Como dice Campbell,

“Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino. La fantasía es la seguridad, la promesa de que la paz del Paraíso, que fue primero conocida dentro del vientre materno, no ha de perderse; que sostiene el presente y está en el futuro, tanto como en el pasado (es omega y es alfa), que aunque la omnipotencia parezca amenazada por los pasajes de los umbrales y despertares a la vida, la fuerza protectora está siempre presente dentro del santuario del corazón y existe en forma inmanente dentro o detrás de las extrañas apariencias del mundo. El individuo tiene que saber y confiar, y los guardianes eternos aparecerán. Después de responder a su propia llamada y de seguir valerosamente las consecuencias que resultan, el héroe se encuentra poseedor de todas las fuerzas del inconsciente. La Madre Naturaleza misma apoya la poderosa empresa. Y en tanto que el acto del héroe coincide con aquello para lo que su sociedad está preparada, se hallará dirigiendo el gran ritmo de los procesos históricos...”.


En los libros de caballerías, este primer rito iniciático se identifica con la ceremonia por la cual el héroe es nombrado caballero. Ningún héroe solar de las novelas de caballerías puede emprender sus aventuras sin haber sido nombrado antes caballero, o, lo que es lo mismo, sin haber participado en su propia ceremonia iniciática, en la que se le prepara para la aventura y la sociedad le reconoce el derecho a ella. El rito de nombramiento de caballero es un símbolo con el cual se sanciona al caballero que, a partir de ese momento, está preparado para llevar a cabo cualquier empresa, ya que desde ese instante las fuerzas protectoras del bien y de la sociedad están con él. Dado que esta ceremonia le prepara para una nueva vida de peligros en la que deberá demostrar su valiosa entereza, es un rito marcado por su solemnidad. Los iniciandos Massai adquieren los artículos indispensables para la ceremonia dos meses antes, plantan un árbol junto a su casa, sus madres les afeitan la cabeza y se lavan el cuerpo para lavarse de los pecados de la juventud.

Veamos como se describe esta solemnidad en la novela de caballerías El cavallero del Febo:

“Otro día, luego de mañana el Donzel del Febo con grande solemnidad fue llevado delante del sedán, muy acompañado de todos aquellos cavalleros y donzeles, para ser armado cavallero. Y como las ricas armas que el sabio Lirgandeo le avía dado se pusiesse, parescía con ellas tan grande y apuesto que más robusto y fuerte parecía ansí que dearmado, y no huviera ninguno que an’si le viera que por de tan poca edad lo juzgara. Y como llegasse delante del soldán, acompañado de todos los cavalleros principales y donzeles de la corte, el Donzel del Febo se puso de inojos ante él y le suplicó la orden de cavallería le diesse. Y él, con algunas lágrimas que de quando en quando distilava por le ver tan puesto en tal peligro, con mucha pena lo abraçó, maravillado de quán valiente y robusto parescía armado. Y tomando la rica espada del donzel desnuda en la mano, le dio tres golpes con ella encima del yelmo. Y después, metiendo la espada en la vaina, se la ciñó en la cinta, y le baxó la visera del yelmo, diziendo:
-Los altos dioses os tengan de su mano, que yo os armo cavallero.
Y aviendo jurado primero los capítulos que le pidieron para guardar y mantener la orden que le davan, besando la mano al soldán se levantó, quedando armado cavallero”.


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Sexta función

Una vez que el héroe ha cruzado el umbral de la aldea y se adentra en el mundo de la aventura, es frecuente que reciba ayuda sobrenatural, como los iniciandos en cualquier rito de paso tienen un mentor o mentores que les ayudan en esta etapa de tránsito. Este mentor es el encargado de transmitir el conocimiento necesario para desempeñar el nuevo estatus. En El cuento del Grial Perceval, que ya ha sido nombrado caballero por el rey Arturo, se encuentra con Gomemant de Goor, quien le enseña cómo debe comportarse un caballero andante, tanto en la corte como en sus aventuras.

Séptima función

Una vez iniciado, el héroe está listo para emprender las pruebas que lo llevarán a la consecución de un don que cambiará su mundo. Enfrentarse a las pruebas es enfrentarse a los miedos que siempre acompañan a los cambios vitales. En los ritos de paso siempre hay alguna prueba, como matar a un enemigo en combate o sobrevivir durante varios días en el bosque sin ayuda. Recordemos la famosa escena de la película de Elliot Silverstein, Un hombre llamado caballo, en la que el personaje interpretado por Richard Harris, que aspira a convertirse en un guerrero de la tribu, es suspendido en el aire durante horas por medio de las garras de águila que le introducen bajo los pezones. Generalmente, el camino de las pruebas es la parte en la que más se extienden los motivos de los viajes iniciáticos. El héroe tiene diversos enfrentamientos con los símbolos de las tinieblas encarnados en gigantes, brujas, dragones, etc. y vuelve triunfante a su pueblo. En palabras de Campbell,

“Una vez atravesado el umbral, el héroe se mueve en un paisaje de sueño poblado de formas curiosamente fluidas y ambiguas, en donde debe pasar por una serie de pruebas. Esta es la fase favorita de la aventura mítica. Ha producido una literatura mundial de pruebas y experiencias milagrosas. El héroe es solapadamente ayudado por el consejo, los amuletos y los agentes secretos del ayudante sobrenatural que encontró antes de su entrada a esta región...”.

    Las pruebas de Perceval incluyen la defensa del castillo Belrepeire y de la doncella Blancaflor, su primer encuentro con el castillo del Grial y las diversas aventuras que supera junto con sir Gawain.

     
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Una función no imprescindible del viaje iniciático, pero muy frecuente y muy relacionada con las pruebas, es el del reposo del guerrero. En las novelas de caballerías este reposo se codificaba en una serie de episodios ambientados en un castillo en el que se daban encuentros amorosos propios del amor cortés. Lo normal era que el caballero andante llegase a un castillo y se quedase unos días. Allí conoce el ambiente cortesano idealizado de los habitantes del castillo, participando o no en esos encuentros amorosos. Este motivo suele ser un símbolo de la intimidad que alcanza el caballero como premio y descanso de sus aventuras. Aparecen bellas mujeres con las que hay uniones amorosas, propias de los símbolos de la intimidad, en noches acogedoras y bienhechoras. Estos pasajes de historias amorosas en castillos que se recogen con tanta frecuencia en las novelas de caballerías reproducen escenas típicas de la tradición del amor cortés. Como en la lírica provenzal, suelen aparecer una serie de personajes típicos que están cargados de significado simbólico.


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Tomemos el ejemplo de Tirante el Blanco. En el entorno de este caballero aparecen las dos valoraciones de la mujer: la mujer nictomorfa que tienta al héroe para atraparlo en los lazos del tiempo, y la mujer nocturna que es de la que el caballero solar se enamora y a la que jura fidelidad. En Tirante el Blanco, el papel de mujer fatal lo juega la Emperatriz de Grecia, la cual, a espaldas de su marido, intenta seducir a Tirante y apartarlo del camino de la virtud y de la trascendencia. Normalmente, y así se da en la obra que estamos utilizando como ejemplo, el héroe solar no se deja atrapar en los lazos de la mujer fatal y del devenir, sino que se mantiene firme en su propósito de permanecer fiel a la otra mujer, que no es sino la mujer redentora. La esperanza de gozar algún día de descanso en la intimidad de esta mujer bienhechora es lo que ayuda y da fuerzas al caballero para superar todas las pruebas, incluida la tentación por parte de la mujer o mujeres fatales. En Tirante, la mujer que ayuda al caballero a permanecer virtuoso es la Princesa de Grecia.

Por supuesto todas las mujeres que aparecen en estas escenas de amor cortés son idealizadas, haciendo alarde de todo tipo de virtudes físicas y morales, así como de una exquisita educación y discreción.

Alrededor de los amantes suelen aparecer los maldicientes o maldecidores, que son aquellos personajes que se oponen a que el caballero alcance la intimidad del amor con la mujer Redentora. Las armas que usan los maldicientes son siempre el engaño y la mentira, porque esas son las únicas con las que pueden intentar vencer al héroe solar. Así, en Tirante nos encontramos con la “Viuda Reposada”, que por medio de falsedades se opone al amor entre Tirante y la Princesa.

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Y finalmente, como contrapunto a los maldicientes, hay toda una serie de personajes bienhechores que ayudan al héroe. Estos amantes normalmente suelen ser cortesanos que a su vez reproducen historias de amor entre ellos convirtiéndose en héroes solares y mujeres redentoras, pero siempre de un nivel inferior al protagonista. Tal es el caso de “Placer de mi vida” y de “Ypólito”.


Octava función

La última etapa del viaje iniciático es el regreso del héroe a su aldea. Simboliza la entrada del individuo en su nuevo estatus social. El héroe ha llevado a cabo todo este periplo iniciático y obtendrá un premio tras la superación de todas las pruebas. Este premio simboliza el nuevo estatus y la vida plena que llevará el iniciado a partir de ese momento. El premio permitirá al héroe vivir plenamente con libertad y restituye la falta que había en su mundo: Prometeo vuelve con el fuego de los Dioses, Jasón con el vellocino de oro; y a Eneas le es revelado el destino de los hombres.

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(1) Rito de paso es una categoría analítica que suele emplearse en antropología social y cultural para referirse a un tipo de ritos comunitarios en los que se escenifica de forma simbólica el paso de un estatus a otro del individuo. Aunque no todos los antropólogos lo hagan así, entendemos rito de paso de una manera amplia como un rito de iniciación. Estos ritos de iniciación pueden entenderse en un doble sentido: por un lado, aquellos necesarios para entrar en algún tipo de grupo o sociedad secreta, y, por otro, aquellos imprescindibles para pasar un nuevo ciclo de la vida, ya sea el matrimonio, ya la vida adulta, ya la pubertad, etc. Consideramos ambas posibilidades dentro los ritos de paso porque tienen características comunes:
1) Vinculación definida y definitiva con el grupo.
2) Escenificación del morir y del renacer, y, con frecuencia, pruebas físicas.
3) Transmisión de cierto conocimiento esotérico o experiencia singular.
4) Dotación de cierto “status” o “poder”.
Aunque haya estudios posteriores que pretendan demostrar que estas características no son comunes, de acuerdo con van Gennep, no se puede negar que estos ritos responden a un esquema general que incluye preliminares (separación), liminares (margen) y postliminares (agregación). Como el propio van Gennep, incluimos dentro de los ritos de paso los ritos de separación (funerales…), los ritos de agregación (matrimonio…) y los ritos de margen (embarazo, noviazgo…). Cfr. A. van Gennep, Los ritos de paso, cit.

(2) Hemos optado por trazar un paralelismo a modo de ejemplo entre el desarrollo del motivo del viaje iniciático y los ritos de iniciación entre los Massai por una cuestión de claridad expositiva. La elección de los Massai no responde a ningún interés concreto ya que este paralelismo podría haber sido trazado con cualquier otro rito de iniciación en cualquier cultura.



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