domingo, 14 de diciembre de 2014

Mala sangre (Leos Carax)


      Esta película es una tomadura de pelo. Es, sin lugar a dudas, la peor que he visto en una década. Ni siquiera las películas de Antena 3 los sábados por la tarde son peores, porque por lo menos estos melodramas televisivos no son pretenciosos. 
        El problema fundamental de Mala Sangre es que es pretenciosa. Quiere ser cine de autor y no pasa de ser una puta mierda. El argumento ya debía haberme alertado;

          París, en un futuro cercano. Marc y Hans son dos ladrones que deben dinero a una intransigente mujer americana que les da sólo dos semanas para pagar. Planean robar y vender un nuevo antídoto para curar un virus parecido al del SIDA, que está matando a los que "practican el amor sin amor", pero necesitan un cómplice. Reclutan a Alex, alias "lengua veloz", un chico rebelde que acaba de romper su relación con su novia de 16 años de edad. (FILMAFFINITY)

        Aún así decidí verla. Me merezco las dos horas de tedio e indignación a partes iguales.
       Los entusiastas esta cinta dicen que es un homenaje a la Nouvelle vague. Pues lo será. Pero también es un pastiche de carallo. Combina a partes iguales truquillos baratos que pretenden ser artísticos -cámaras lentas, tomas largas, primerísimos planos, etc....- con toques surrealistas. Y a este batiburrillo hay que sumarle un protagonista que habla como si fuese un poeta de la calle, con frases sacadas de las cloacas de París que pretenden ser profundas y hacerte pensar. No hay una sola alocución de ese pájaro que no esté pensada para que el espectador se quede pensando sobre la belleza de lo que acaba de oír. Evidentemente, esto no pega ni con cola con el argumento, que se supone una historia negra en un futuro distópico. Como tampoco pegan nada los desvaríos sentimentales del protagonista con la Binoche y la Delpy, que no entiendo cómo se dejaron engañar para rodar esta tomadura de pelo. La primera, no contenta con ello, se lió con el director. 
        Y no digo nada más de esta mierda porque no se lo merece.
       

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