lunes, 15 de diciembre de 2014

En contra del deporte




   No tengo nada en contra de ver deporte. Me gusta el fútbol y el boxeo. Tampoco tengo nada en contra de ir a echar una pachanga con los colegas, sudar un poco y luego ir a tomar unas cañas. Lo que me molesta es esta nueva moda de runners que pueblan nuestras ciudades en los últimos años. 
     Se me ocurren varias razones para explicar esta nueva tribu urbana, que es transversal, porque integra a miembros de ambos sexos desde los quince a los sesenta años. 
    La primera de ellas y más evidente es que es un nicho de mercado suculento. La industria de la moda había saturado el mercado. Ya cambiamos de ropa cada temporada, pero no se puede renovar el armario más rápido que de estación en estación. No podemos
Esas zapatillas sin las que es concebible correr.
digerir tantas tendencias nuevas. Entonces a los publicistas de las marcas deportivas se les ocurrió que podían generar una nueva necesidad. Empezó el bombardeo publicitario para que la gente sintiese que necesitaba correr porque era una forma de ocio maravillosa. Y nos lo creímos. Y también, por supuesto, nos creímos que para realizar esta nueva actividad no basta con un chándal viejo y unas zapatillas, sino que hay que comprar un montón de prendas dry fit, la ultimísima versión de ASICS porque amortiguan el impacto como nunca antes se hizo, unas mallas para que no nos roce en la entrepierna, unas botellitas de plástico para llevar bebidas isotónicas, relojes carísimos con podómetro y pulsómetro, y sabe dios cuántas cosas más.  

otro artilugio imprescindible para el runner

      La segunda razón que se me ocurre para explicar la proliferación de runners es que el deporte encaja perfectamente con el nuevo espíritu de los tiempos. Como escribí en otra ocasión:
 "Desde el Renacimiento va instalándose progresivamente en Europa la revolución científica. Ya no es Dios el que explica el mundo, sino la ciencia a través de su instrumento que es la razón. Llueve por condensación del agua y la peste negra se transmite por las ratas. De la mano de esta nueva cosmovisión surge una nueva moral que deja de preocuparse por el dominio de la divinidad -el más allá- para centrarse en el más acá. El bien no es aquello que nos asegura la vida eterna, sino aquello que mejora las condiciones de vida de los hombres. Surgen así las filosofías que aseguran la felicidad de las personas en este mundo, desde el contrato social de Rousseau al marxismo. Como era de esperar, la filosofía científica habrá de provocar excrecencias. En este aspecto, la salud desempeña un papel fundamental, ya que cualquiera puede percibir la relación ciencia-salud-calidad de vida". 
     Muchos de los runners justifican su actividad como una cuestión de vida saludable. Correr les ayuda a mantenerse en el peso ideal, a eliminar toxinas, a no tener colesterol, etc... Correr es, por tanto, una actividad propia del espíritu de la época que nos ha tocado vivir. Los corredores son a la sociedad científica lo que las beatas a la religión. 
       Esta última razón me lleva a la concepción de la vida y de la muerte que tenemos hoy en día. La sociedad teológica era una sociedad de la muerte. Se vivía para morir y pasar a la vida eterna. Pero, como decía Nietzsche, Dios ha muerto. Ya nadie -o casi nadie- vive pensando en el más allá. El imperativo de nuestros tiempos es este mundo, de ahí que se niegue todo aquello que tiene que ver con la muerte. Correr es sano, dicen. Correr nos protege la enfermedad, dicen. Y por eso corren. Hacen todo lo que pueden para mantenerse lo más alejados posible de esas desagradables verdades humanas que son la muerte y la enfermedad. Corren porque señores de cincuenta años quieren parecer chavales de veinte. Corren para negar la única verdad de la que está seguro el ser humano: que el tiempo pasa, envejecemos y nos morimos. Pero nada puede encubrir esa terrible realidad. Por muy musculosos que estén esos cincuentones, se van morir. Como me dijo un amigo ayer hablando de este tema: correr es el equivalente al peluquín. 
       Y ya para terminar, tengo que rescatar un par de argumentos en contra de correr que me dijo este amigo ayer. El primero de ellos traza un paralelismo entre correr y el espíritu del capitalismo:
      - Yo es que los veo como empresarios.- me dijo- Invierten tiempo y esfuerzo en su cuerpo a cambio un beneficio, que es poder bajar al bar y ver a sus colegas barrigudos y pasearse entre ellos sabiéndose que él es un tío mucho mejor, porque no tiene esas tetillas fofas ni esa panza de embarazado.  
      Y tampoco le convencían los supuestos beneficios para la salud mental:
    - No entiendo a esos que dicen que correr está de puta madre porque les sirve para desconectar al final del día. Vaya mierda de vida que llevas si necesitas extenuarte para poder sobrevivir. ¿No es más lógico cambiar de modo de vida?

Hasta el lamentable Zapatero, responsable en parte del descrédito de la izquierda política, hacía footing.

        

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