martes, 9 de febrero de 2016

Norbert Elias y Eric Dunning: Deporte y ocio en el proceso de civilización.

  

 Deporte y ocio en el proceso de civilización no es un ensayo estructurado al modo tradicional, sino una colección de pequeños artículos en los que se analizan diferentes aspectos del deporte y el ocio las sociedades modernas. En consecuencia, para hacerse una idea general, el lector debe completar unos con otros, obviar las cosas que se repiten, etcétera.

   La idea principal de todos los artículos es que no se pueden estudiar el deporte y el ocio de forma aislada porque están imbricados en la sociedad.

   En el primer artículo Norbert Elias pone en relación el deporte con el proceso civilizador. Al principio las sociedades eran más violentas, sin reglas. El se centra en Inglaterra. A media que Inglaterra se convierte en una democracia parlamentaria estable en la que el poder no se asalta por la fuerza y el nuevo gobierno no aprovecha para reprimir salvajemente al adversario (ahí las reglas del juego político) el deporte se va civilizando. El deporte cada vez tiene más normas y reglas para que los contendientes no se hagan daño. No es que el parlamento inglés sea la causa y el deporte el efecto, sino que ambas están en relación con la estructura de poder.

   En las sociedades primitivas la guerra era una constante, pero a medida que avanzan, la van sustituyendo por el deporte. El deporte mismo también se va refinando. Al principio se practicaba con animales y sangre y con extremada violencia entre seres humanos. Pero a medida que fue pasando el tiempo y las sociedades se han ido refinando, hemos ido abandonando estas formas sangrientas y brutales de deporte y las hemos sustituido por otras en las que las reglas impiden que los contendientes se hagan daño.

   En las sociedades modernas los individuos tenemos que autocontrolarnos continuamente. Debemos reprimir muchísimas emociones y acciones como la ira, la agresividad, etcétera. El deporte da rienda suelta a estas emociones, permite sacarlas a la luz. Asimismo, la vida en las sociedades modernas es gris, sin apenas alicientes. El deporte y el ocio en general (películas, obras de teatro, etcétera) permiten vivir las emociones de la vida, pero sin el riesgo que éstas conllevan. En este sentido, el deporte siempre es mimesis de la batalla (contra otro equipo, contra una montaña, etcétera). Así, el deporte nos permite vivir las emociones de la batalla, pero sin el riesgo ni el remordimiento ni la culpa de que hieran, o maten a gente. De este modo las sociedades utilizan el deporte como forma de liberación controlada de las emociones.

   Al deporte también le podemos aplicar el concepto aristotélico de catarsis: libera y purifica pasiones. La vida moderna exige mucho autocontrol de los impulsos. No expresamos públicamente nuestros sentimientos, ni hacemos ostentación de ellos. Lo mismo sucede con el amor y el sexo, que están muy controlados y regulados y quedan siempre dentro de la esfera privada.  Éste autocontrol podía llevar a problemas emocionales y psicológicos si no los liberásemos de forma controlada a través del deporte. El deporte permite expresar públicamente nuestros sentimientos. El deporte es la institución social que sirve para controlar, encauzar y liberar las tensiones provocadas por el exceso de autocontrol en nuestras sociedades.

   El deporte tiene un paralelismo religioso. Las dionisíacas o el carnaval medieval servían para liberar de forma controlada las emociones reprimidas. Ahora es el deporte. El deporte funciona como la religión: es un ritual colectivo. La individualidad se disuelve en el éxtasis de la colectividad.

   El fenómeno de los ultras: en sociedades en las que el nivel de violencia es alto, esto se traslada al deporte. No hay reglas. Los ultras tienen vidas aburridas, sin trabajo y sin expectativas. Acumulan rabia, pero no sabe exactamente contra quien, por eso la expresan a través del vandalismo. Es rabia contra el sistema. Le dan sentido a sus vidas sin emociones a partir de una vivencia extrema del deporte.

   El deporte, si no tiene tensión, si se gana fácil o si se empata siempre, no resulta tan satisfactorio, porque no se libera energía. Hay que acumular tensión durante todo el partido para liberarla al final. Si desde el principio el resultado está claro, no hay tensión acumulada y, por tanto, no cumple su función.

   En el siguiente artículo, parecen olvidar la función de relajación y liberación de energía, para centrarse en la producción de una determinada energía. El deporte provoca la restauración del tono de tensión normal mediante la producción de un brote de tensión agradable. Es la antítesis del autocontrol de la actitud racional (como las dionisíacas o el carnaval medieval).

   Los dos autores no están de acuerdo con esa idea de que el ocio es una actividad secundaria con respecto del trabajo que sirve para descansar, desconectar y cargar las pilas para volver al trabajo. Aceptan que no todo el tiempo libre es para generar tensión. Hay actividades desrutinizadoras para cargar las pilas como la jardinería, pasear, quedarse en la cama, salir a cenar o ir de vacaciones. El trabajo es rutinario y mucho ocio también lo es. Pero otro mucho responde a las necesidades de la sociedad de vivir emociones. Así nos encontramos con el cine, el deporte, etcétera. Las que generan tensión son las actividades recreativas placenteras. Éstas actividades permiten salir de la rutina sin poner en riesgo la subsistencia.

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