James Donovan (Tom Hanks), un abogado de Brooklyn (Nueva York) se ve inesperadamente involucrado en la Guerra Fría entre su país y la URSS cuando la mismísima CIA le encarga una difícil misión: negociar la liberación de un piloto estadounidense (Austin Stowell) capturado por la Unión Soviética. (FILMAFFINITY)
A estas alturas Spielberg no va a sorprendernos con una chapuza. Desgraciadamente, tampoco lo va a hacer con una obra maestra. El puente de los espías no está mal. Es entretenida y no puedo decir que haya nada que chirríe. Los personajes son creíbles, la actuación es correcta, el ritmo narrativo va bien, ambientación y vestuario también bien... Pero a la película le falta algo. Quizá yo hubiese profundizado más en la relación entre abogado y espía, quizá no hubiese incidido tanto en eso de que en EEUU hasta un enemigo público declarado tiene derecho a una defensa justa porque eso es lo que diferencia al mejor imperio del mundo del resto de enemigos de la libertad -es una americanada de carallo-, o quizá qué sé yo. El caso es que le falta algo que no puedo definir si no es apelando a una palabra de significado vago como grandeza.
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