miércoles, 20 de julio de 2022

David Graeber: Trabajos de mierda.

 



  Pese a lo que pueda parecer, los trabajos de mierda no son los trabajos precarios. David Graeber distingue tres tipos de trabajos:

a) los trabajos precarios: son aquellos trabajos en los que los empleados gozan de unas condiciones abusivas como malos sueldos, horarios extenuantes, mala consideración social, etc... Estos trabajos son los propios de la clase baja, como repartidor de pizzas, basurero, limpiadoras, etc...

b) los trabajos propios de gánsteres. Estos trabajos se definen porque explotan a los demás. Son trabajos parasitarios, como los de los gánsteres, los especuladores inmobiliarios, los directivos de grandes fondos de  inversión. 

c) los trabajos de mierda, que son aquellos trabajos absolutamente inútiles y que no sirven para nada más que para tenernos ocupados. Son trabajos absurdos que no le aportan nada a la sociedad. Son trabajos asociados normalmente a la burocracia, aunque no siempre es así. 

   Graeber define los trabajos de mierda como: 

    Un trabajo de mierda es empleo tan carente de sentido, tan innecesario o tan pernicioso que ni siquiera el propio trabajador es capaz de justificar su existencia, a pesar de que, como parte de las condiciones de empleo, dicho trabajador se siente obligado fingir que no es así.

   Los tres tipos de trabajo no son excluyentes entre sí. Uno puede tener un trabajo de mierda y ser, al mismo tiempo, un trabajador precario, como podría ser el caso de un portero de una finca. 

   Una descripción de un trabajo de mierda, contada por él en las primeras páginas de su libro:


El ejército alemán tiene un subcontratista que le hace todo el trabajo relacionado con tecnologías de la información (IT, por sus siglas en inglés).

La empresa de IT tiene un subcontratista que le lleva la logística.

La empresa de logística tiene un subcontratista que se encarga de la gestión de su personal, y yo trabajo para esta compañía.

Supongamos que el soldado A se traslada a un despacho que está dos puertas más allá del que tenía. En vez de limitarse a llevar él mismo su ordenador, tiene que rellenar un formulario.

El subcontratista de IT recibe el formulario, sus empleados lo leen y lo aprueban, y lo transmiten a la empresa de logística.

Esta empresa tiene entonces que aprobar el traslado del ordenador y solicitar personal para ello.

Los empleados de mi empresa hacen su trabajo, sea cual sea este, y ahí es donde entro yo.

Recibo un correo electrónico que dice: «Preséntese en el barracón B a la hora C». Normalmente, los barracones están a una distancia de entre 100 y 500 kilómetros de mi casa, por lo que tengo que alquilar un coche y conducir hasta donde me digan. Una vez allí, llamo a la central para comunicar que he llegado, relleno un formulario, desenchufo todos los cables del ordenador, lo meto en una caja, la cierro, un empleado de la empresa de logística la lleva al nuevo despacho, abro la caja, instalo el ordenador, vuelvo a llamar a la central para decirles cuanto tiempo me ha llevado, obtengo un par de firmas, conduzco de vuelta a casa con el coche alquilado, envío a la central todo el papeleo, y en ese momento dan la orden de pagarme por el trabajo.

    Por tanto, en vez de que el propio soldado desplace su ordenador unos cinco metros, dos personas tienen que conducir entre seis y diez horas, rellenar unas quince páginas de formularios y malgastar 400 euros del dinero de los contribuyentes. 


   Rescato de la wikipedia la clasificación que hace de los trabajos de mierda:

  - Lacayos (flunkies), aquellos que sirven para que sus superiores se sientan importantes, por ejemplo, recepcionistas, auxiliares administrativos o porteros.

  - Matones (goons), aquellos que actúan para perjudicar o engañar a otros en nombre de su empleador, por ejemplo, grupos de presión, abogados corporativos, especialistas en relaciones públicas o community managers.

  - Arreglalotodos (duct tapers), aquellos que solucionan temporalmente problemas que podrían arreglarse permanentemente, por ejemplo, los programadores que reparan código inflado o el personal de recepción de las aerolíneas que calma a los pasajeros cuyas maletas no llegan.

  - Burócratas (box tickers), aquellos que crean la apariencia de que se está haciendo algo útil cuando no es así, por ejemplo, los administradores de encuestas, los periodistas de revistas internas, los responsables de cumplimiento de las empresas o los gestores de servicios de calidad.

  - Capataces (taskmasters), aquellos que gestionan -o crean trabajo extra- a quienes no lo necesitan, por ejemplo, los mandos intermedios o los profesionales de dirección.


   Las causas de estos cinco tipos de trabajos de mierda son:

    Los lacayos se crean porque los que ocupan un puesto de poder en una empresa ven a los subalternos como símbolos de prestigio; los esbirros se contratan por un deseo de superioridad (si nuestros rivales contratan a un prestigioso bufete de abogados, nosotros también debemos hacerlo); los parcheadores existen porque a veces a las empresas les resulta más difícil arreglar un problema que lidiar con las consecuencias; los marca-casillas están ahí porque en muchas grandes empresas son más importantes las pruebas de que una acción se está llevando a cabo que la acción en sí misma; y los supervisores son básicamente los efectos secundarios de diversas formas de autoridad impersonal. 


   Aunque hay quien puede pasarse la vida desempeñando un trabajo de mierda, lo normal es que acabe provocando ansiedad, depresión, etc... en la gente. Graeber niega la máxima de la economía neoliberal de que el ser humano busca el mayor beneficio con el menor esfuerzo. Prueba de que no es así, es el arte, por ejemplo. Durante años fue algo inútil, que no reportaba ningún beneficio económico, y aún así las personas seguimos entregándonas a esta actividad. Lo mismo sucede con los presidiarios. Si buscasen el mayor beneficio con el menor esfuerzo, no procurarían trabajos en la cárcel con los que llevar la condena lo mejor posible. Prácticamente el 100% de los condenados consideran que es mejor tener un trabajo en prisión que pasarse los días en la celda sin hacer nada. 

    Graeber da dos causas por las cuales hemos llegado a este punto con los trabajos de mierda:

    a) una estructural, propia del sistema capitalista. Graeber la denomina "feudalismo empresarial", ya que, en su opinión, los trabajos de mierda -recordemos que normalmente están bien considerados y bien pagados- es uno de los medios que tienen las clases altas que apropiarse de los beneficios del trabajo de las clases bajas. 

   b) una ideológica: la ética del trabajo. A diferencia de Weber, no cree que el protestantismo sea el origen de esta ética que considera el trabajo como algo que enaltece al hombre. Cree que es anterior, cuando los nobles utilizaron esta forma de violencia simbólica sobre sus vasallos. El trabajo es una actividad dolorosa, pero, al mismo tiempo es virtuosa, porque nos permite transformar el mundo. Así, los trabajadores se sienten orgullosos de trabajar duro y, cuanto más duro sea el trabajo, mejor. 

   Graeber cree que en tiempos modernos se produjo un distanciamiento entre el valor material del trabajo y su valor social -su consideración-. Los trabajos han dejado de valorarse por su fruto para valorarlos por el salario. De esta manera se justifican los trabajos de mierda. Da igual que sean absolutamente inútiles, siempre que estén bien pagados, serán bien considerados socialmente. 

    

domingo, 23 de enero de 2022

Ernest Becker: La negación de la muerte.




Para este libro, Becker parte, fundamentalmente, de los trabajos de tres autores: Freud, Otto Rank y Kierkegaard.

Tres experiencias fundamentales en torno a las que se construye la existencia humana:

a) La conciencia de que el mundo es hostil. La Naturaleza es una lucha continua de unos seres contra otros. Es agresiva y cruel.

b) Los seres humanos somos conscientes de nuestra muerte. Sabemos que vamos a morir y eso nos aterra. 

c) Tratamos de superar el miedo a la muerte por medio de la trascendencia. Creamos religiones, imágenes de héroes, reprimimos nuestros instintos, etc... con la intención de ocultar a nuestra consciencia la idea de nuestra propia muerte. 

Todas las culturas, independientemente de que sean religiosas o no, son sistemas de valores. Estos sistemas de valores están diseñados para que las personas puedan verse a sí mismas como héroes. Uno puede ser un héroe guerrero, un gran científico o un padre cuya familia le sobrevivirá varias generaciones. Sea como sea, detrás de todos y cada una de estas imágenes de héroes, lo que hay es la necesidad humana de trascender la muerte. El héroe es el ser humano que vence a la muerte. De hecho, en las primeras manifestaciones religiosas que conservamos, los héroes son seres humanos que han cruzado el umbral de la muerte y que han vuelto. 

Becker encuentra en el niño dos características que derivan en la tendencia humana a convertirse en héroe para superar la muerte:

a) el narcisimo: los niños solo piensan en su propio interés y bienestar. 

b) la necesidad de aprobación: los niños necesitan que los demás les digan que valen mucho, que son buenos y maravillosos.

Becker recoge la teoría de Kierkegaard acerca de la ansiedad de la existencia:

Lo que diferencia a los seres humanos del resto de animales es su conciencia, alma o como queramos llamarle a esa conciencia de existir y ser un individuo. Aparejada a esta conciencia de sí, nace la ansiedad de saber que moriremos, del sentido de la vida, de nuestro destino -decisiones sobre el futuro-, etc... De acuerdo con Kierkegaard, esta es la primera y fundamental experiencia humana. Evidentemente, esta experiencia es angustiosa. La cultura humana nos ayuda a sobrellevar esta angustia por medio de la negación y la represión. Desde que somos niños, aprendemos a centrar nuestra atención, a preocuparnos y desvelarnos por otras cuestiones menores con las que podemos vivir más cómodamente. Aprendemos a preocuparnos por el matrimonio, por la hipoteca, por la familia, etc... Kierkegaard cree que esto nos lleva a vivir una vida falsa. Nosotros no somos todo eso que hemos aprendido y que nos distrae/protege de la verdadera naturaleza de la existencia. Para llevar una vida verdadera, las personas debemos desprendernos de todo eso que nos ha enseñando la cultura. Entonces entenderemos que no somos más que una partícula insignificante en el enorme plan de la creación. Este papel deriva inevitablemente en la fe. 

En este punto Becker vuelve a echar mano del psicoanálisis. Recoge, en concreto, el concepto de transferencia. Cuando tenemos un trauma o simplemente hay algo a lo que no nos podemos enfrentar con éxito, creamos un "loci", un espacio, un concepto, al que atribuimos la causa de nuestros desvelos. Esto se ve muy claro, por ejemplo, en la hipocondría. Aparentemente, lo que aflige a un hipocondríaco es la enfermedad. Pero realmente la enfermedad no es la causa de sus desvelos. Hay algo, un trauma, un desequilibrio oculto. En lugar de enfrentarnos directamente a él, ponemos la enfermedad en el medio para ocultarlo. Así nos resulta más fácil la existencia. 

La conciencia de uno mismo implica tener dos sentimientos antitéticos: en primer lugar sabemos que somos un individuo diferenciado y, en segundo lugar sabemos que pertenecemos a un todo, al plan de la creación. La religión fue el medio por el que las personas consiguieron darle sentido a sus vidas. Gracias a la transferencia, nos sentíamos parte del plan divino y así nos abandonábamos. Al mismo tiempo, conjugábamos esta disolución de la persona en el plan divino siendo una suerte de héroe religioso. Recordemos que para Becker el héroe es el que se comporta de acuerdo con los valores de la sociedad. Un héroe religioso era el que, con sus actos, se ganaba un lugar en el paraíso. 

En el último capítulo Becker vuelve a Otto Rank. Muertas ya la vieja sociedad religiosa católica, Europa busca la transferencia en el amor romántico. La persona se abandona al orden cósmico del amor. El amor le da sentido a la vida. Encontrando a nuestra media naranja, formamos parte de ese orden cósmico. Sin embargo, esta solución no pudo dar respuesta a la necesidad humana de sentido, ya que el amor, el sexo y la reproducción son y pasan por el cuerpo. Y el cuerpo es aquello que limita nuestra libertad, es la causa de la angustia fundamental: la muerte.