El argumento no puede ser más sencillo: un dibujante de cómics que no acaba de encontrar su sitio en el mundo se obsesiona con un viñetista antiguo del que apenas se sabe nada y trata de obtener toda la información que pueda.
A priori este cómic tiene muchos elementos que me predispodrían en su contra:
- Apenas hay acción. Todo son personajes que caminan por la calle y hablan de lo humano y lo divino.
- Retrata la vida cotidiana de alguien que no tiene mucho interés.
- Avanza muy, muy lento.
Por estas tres razones podría decir que La vida es buena si no te rindes es un cómic pretencioso, apto para culturetas y gente con ínfulas. Pero no. Seth tiene dos cosas por las que, haga lo que haga, está en mi top ten: tiene poesía y trasciende.
La vida es buena si no te rindes está empapado de lirismo. Las reflexiones del protagonista, sus inquietudes y su estilo de vida, en manos de otro autor sería una cursilería pedante. Pero en Seth cada viñeta se convierte en una pequeña poesía.
La historia no se queda en la vida cotidiana de un personaje más o menos rarito. Probablemente por ese halo poético que cruza la obra de parte a parte, el lector se siente identificado con el protagonista y siente como propias sus reflexiones y angustias vitales. En este sentido, La vida es buena si no te rindes puede ser un tratado de la sensibilidad contemporánea.
Y todo ello contado con ese dibujo tan personal de Seth, que a mí personalmente me flipa.
Una obra maestra.
Nota: 9.75 sobre 10.