jueves, 11 de julio de 2024

La política escéptica.

 


De acuerdo con lo que vimos en el punto cuatro de este trabajo cuando hablábamos de la virtud escéptica y el problema de la acción, lo lógico es deducir que el sabio escéptico, como los epicúreos y a diferencia de los estoicos, se abstendrá de toda participación política para no poner en riesgo la ataraxia. Si no podemos estar seguros de nada, la intervención política carece de sentido, ya que no podemos estar seguros de la verdad, de nada sirve afanarse por buscar el bien común, si no es para alterar nuestro estado de ánimo con cuitas que nos alejarán de la tranquilidad imprescidible para la felicidad. Esto es especialmente sensible el el pensamiento de Pirrón. Sin embargo, la epochê escéptica sí tiene varias derivaciones políticas muy interesantes.

En primer lugar, los escépticos, al cuestionar la posibilidad de alcanzar un conocimiento absoluto, tenderán a adoptar una actitud de tolerancia hacia las diferentes opiniones y puntos de vista. En segundo lugar, los escépticos cuestionarán las estructuras de poder establecidas y desafiarán las creencias políticas arraigadas, lo que en teoría debería contribuir a un mayor escrutinio de las decisiones y acciones de los líderes políticos. En tercer lugar, dado que los escépticos suelen ser cautelosos en la toma de decisiones debido a su duda constante, esta actitud puede traducirse en una política basada en la prudencia y la moderación. Y en último lugar, la postura escéptica hacia la verdad y el conocimiento puede hacer que los individuos sean más críticos ante la manipulación y la propaganda política.


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