jueves, 11 de julio de 2024

La libertad y el destino para los epicúreos.

 

Epicuro defendía la idea de que los seres humanos poseen libertad de elección y que son responsables de sus acciones, lo que implica que tienen la capacidad de determinar su propio destino a través de sus decisiones y elecciones1. La libertad se relaciona con la capacidad de elegir entre diferentes opciones y actuar de acuerdo con esa elección. Epicuro creía que los seres humanos son libres de buscar la felicidad y el placer. Pero para poder sostener esta idea, Epicuro se vio obligado a modificar la física de Demócrito, de la cual partía.

De acuerdo con su física, los átomos, debido a su peso, caían de forma muy rápida y perpendicular. Para que los átomos pudiesen juntarse y formar cosas, hubo que formular la teoría del clinamen: llegado determinado momento, de una manera arbitraria, los átomos se inclinaban y así podían combinarse unos con otros.

Esto que sigue anhelamos en este punto que tú también sepas, que, cuando los cuerpos se arrastran por el vacío en derechura hacia abajo a causa de sus propios peso, en un momento indeterminado por lo general y en un lugar indeterminado empujan un poco fuera de su sitio, lo suficiente para poder afirmar que su movimiento ha cambiado. Y es que si no tuvieran por costumbre desviarse, todas las cosas hacia abajo como gotas de lluvia irían cayendo a través del hondo vacío, y no surgirían encuentros ni se producirían golpes entre los principios: de esta manera la naturaleza no produciría nada nunca2.

La teoría del clinamen tiene consecuencias éticas, ya que los átomos también son los conformadores de nuestras ideas, si no se pueden mover libremente, nosotros no seríamos libres3.

Por lo cual, necesario es reconocer igualmente en los átomos, además de los choques y la gravedad, otra causa motriz de la que proviene esta potestad innata en nosotros, ya que como vemos, nada puede nacer de la nada. La gravedad impide, en efecto, que todo se haga por medio de choques, es decir, por una fuerza exterior. Pero lo que impide que la mente misma obedezca en todos sus actos a una necesidad interna, sea dominada por ésta y tenga que soportarla pasivamente, es la exigua declinación de los átomos, en un lugar impreciso y en tiempo no determinado.4

1 Quien dice que todo acontece por necesidad, nada puede ofrecer a quien dice que nada acontece por necesidad, puesto esto mismo –así lo afirma aquél- acontece por necesidad.

Epicuro, en Mas Torres, S., Op. Cit. p. 76.

2 Lucrecio. Op. Cit., p. 185.

3 Cfr. Mas Torres, S., Op. Cit., p. 198.

4 Lucrecio, en Mas Torres, Op. Cit. p. 78.

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