jueves, 11 de julio de 2024

La política en el epicureísmo.


La visión política de Epicuro se caracteriza por su enfoque individualista y pragmático, en línea con su concepción atomista de la naturaleza. Según Epicuro, lo fundamental en la física era el átomo, la unidad básica de la realidad, y en lo que respecta a los seres humanos, lo más importante era el individuo1. Para Epicuro, la sociedad no es algo natural, sino que surge como resultado de un pacto entre individuos motivado por la conveniencia y el deseo de evitar el sufrimiento y la violencia2. En este sentido, la justicia se concibe como relativa, basada en acuerdos mutuos y no en principios universales3. Epicuro plantea que en un estado previo los hombres vivían en un estado de salvajismo, pero se unieron para formar sociedades con el fin de garantizar su seguridad y bienestar. Este pacto social se fundamenta en la mutua conveniencia, donde los individuos acuerdan respetar ciertas normas y leyes por el beneficio común4. En consecuencia, para Epicuro, el hombre no es social por naturaleza, y la polis (ciudad-estado) tampoco es algo natural, sino una construcción humana basada en acuerdos pragmáticos.

El sabio epicúreo no interviene en política porque considera que involucrarse en política conlleva el riesgo de perturbar su tranquilidad (ataraxia) y llenarse de dolor y turbación. Por lo tanto, el sabio epicúreo opta por acatar las leyes y normas de la sociedad por conveniencia, pero evita comprometerse en actividades políticas que puedan perturbar su equilibrio emocional y su búsqueda de la felicidad5.


1 Cfr. Lledó, E., Op. Cit., p. 72.

2 Sotiene Epicuro:

Lo justo según la naturaleza es un acuerdo de lo conveniente para no hacerse daño unos a otros ni sufrirlo.

Epicuro, en Mas Torres, S. Op. Cit., p. 178.

Por su parte dice Lucrecio:

También entonces empezaron a trabar amistad vecinos ansiosos de no recibir del otro daño ni atropello; y en manos de otros ponían a sus niños y a la casta de las mujeres, dando a entender con voces y gestos inseguros que es justo que todos se compadezcan de los débiles.

Lucrecio, Op. Cit. p. 377.

3 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit., pp. 210-211.

4 … el género humano, maltrecho por pasar el tiempo en guerra, se iba debilitando con la violencia; más razón así para que voluntariamente cayera bajo leyes y estrechos fueros: pues, como cada cual en su despecho se disponía a vengarse con mayor encono de lo que ahora le permiten leyes justas, por eso justamente se hartaron los hombres uso de llevar sus vidas con violencias. El miedo al castigo mancha por eso los frutos del vivir: porque ley y delito envuelven a cada cual en sus redes, y de quien sale la falta, sobre él recae las más de las veces; y no es fácil que lleve en paz y sosiego su vida quien viola con sus hechos las paces y acuerdos de todos: porque, aunque engañe a dioses y hombres todos juntos, debe desconfiar sin embargo de que ello vaya a ser así por siempre70, sobre todo cuando muchos hablando a menudo en sueños o en delirios de fiebre revelaron ii60 secretos crímenes y sacaron a la luz sus tropiezos.

Lucrecio, Op. Cit. p. 382.

5 Pero nada hay más dulce que ocupar los excelsos templos serenos que la doctrina de los sabios erige en las cumbres seguras, desde donde puedas bajar la mirada hasta los hombres, y verlos extraviarse confusos y buscar errantes el camino de la vida, rivalizar en talento, contender en nobleza, esforzarse día y noche con empeñado trabajo, elevarse a la opulencia y adueñarse del poder.

Lucrecio, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 180.


También a Sísifo tenemos en la vida y ante nuestros ojos: sediento de solicitar del pueblo los fasces y las hachas crueles, y retirándose siempre triste y vencido. Pues solicitar el poder, que es vano y que jamás se consigue, y sufrir siempre duro trabajo por lograrlo, eso es empujar con ahínco monte arriba una peña que, al llegar a la cima, rueda otra vez abajo y se precipita hacia el llano.

Lucrecio, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 180.

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