martes, 8 de octubre de 2019

Notas sobre Baudrillard y el cuerpo.


Resultado de imagen de baudrillard

   El cuerpo se trata como un objeto más de estatus.

 En todas partes hay una sustitución de lo real por lo neorreal. Es un proceso de simulación.

   Para él en la sociedad de consumo el cuerpo se trata como objeto más de consumo.

  Nuestra cultura ha redescubierto el cuerpo tras una era de puritanismo. El cuerpo hoy es el objeto de salvación. Durante siglos se intentó convencer a la gente de que no lo tenía, hoy pensamos justo lo contrario.

  En una sociedad capitalista el estatuto general de la propiedad privada también se aplica al cuerpo.

  Nuestra sociedad está dominada por el narcisismo y la percepción especular del cuerpo. 

  En las sociedades tradicionales se tenía del cuerpo una visión instrumental y mágica, dirigida por el proceso de trabajo y la relación con la naturaleza. 

  En el capitalismo el cuerpo se ve como capital y un fetiche. Estas las percepciones (capital y fetiche) pueden parecer contradictorias, pero son solidarias con la organización social capitalista: cuerpo como objeto de consumo.

    Lejos de negar el cuerpo, lo investimos psicológicamente como símbolo de estatus e invertimos en él.

   La piel como residencia de prestigio y signo de moda.

   El discurso de reapropiarse del cuerpo, de disfrutar de él, de cuidarse, introduce la misma distancia objetiva que con los objetos la sociedad de consumo.

  Debemos explotar el cuerpo para hacer surgir los signos de la felicidad, la salud, etc.

  Amamos nuestro cuerpo en detrimento de otras personas. Lo mismo que hacemos con los objetos. El cuerpo sólo es el más bello de los objetos.

 Tenemos éxito con el cuerpo como tenemos éxito los negocios.

 Rendimos culto la belleza porque es un imperativo del capital. Es una inversión.

  Reducimos los valores de uso del cuerpo -gestual, sexual, posicional- en solo uso de cambio.

 Negamos la realidad del cuerpo para abortarla en un intercambio de signos.

  El descubrimiento del cuerpo pasa primero por los objetos: masaje, moda, solárium, peluquería, tatuajes etc. Realmente lo único que se libera ahí es la pulsión de compra.

  Percibimos el cuerpo como el más bello de los objetos, como el mejor material de cambio. Se da de este modo alrededor del cuerpo el proceso económico de rentabilidad.

  Desde el siglo XVIII asistimos a la desvalorización del alma y a la secularización del cuerpo. Surge una nueva ética, que en realidad es contradictoria. Se mezclan dos ideologías. En realidad perseveramos con el sistema de valores antiguo, aunque ahora llegamos a la salvación a través del cuerpo. Hemos sustituido el alma por el cuerpo, que es más adecuado para la sociedad de consumo. Pero es contradictorio porque el cuerpo tal y como lo concebimos hoy no es más material que el alma. El cuerpo ha llegado a ser lo que era el alma en otro tiempo: el mito rector de la ética del consumo (así percibían el alma los calvinistas puritanos, que invertían en su alma).

  La salud es exigencia de estatus. Hoy en día la salud está menos vinculada con la supervivencia que con el estatus. De ahí que todo revés social aparezca inmediatamente somatizado.

  Quizá por eso los cuerpos tengan que tener apariencia sana. La salud se vincula con la belleza y sus signos se intercambian.

 La medicina sigue teniendo un carácter sacro y funcionalidad mágica. Obtenemos la salvación a través del cuerpo, de ahí que el médico ocupe la función del sacerdote tradicional. Médico y medicamento se consumen como maná espiritual. Se reverencia al médico como se reverenciada al sacerdote.




No hay comentarios:

Publicar un comentario